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¿Es esto información?

¿Es esto información? Según la Real Academia de la lengua informar es enterar, dar noticia de una cosa. Formar, perfeccionar a uno por medio de la instrucción y buena crianza. Completar una persona u organismo un documento con un informe de su competencia. No parece que sea la práctica habitual de nuestros “medios de comunicación”, sobre todo en lo referente a las cuestiones políticas.

La información está siendo sustituida, cada vez más, por la “adjetivación”. No se informa de las propuestas políticas, a fin de que el espectador pueda formarse su propia opinión, sino que éstas quedan desvirtuadas bajo un nombre genérico (plan Ibarretxe, la asignatura de religión, por nombrar las más recientes), del que sólo conocemos una caricatura que pocas veces responde a la realidad. El resto de la información lo compone una retahíla de adjetivos (favorables o desfavorables, según el político y medio de turno) con el que se pretende ganar adeptos. Así, oímos y leemos cosas como: es una medida moderna, que nos pone a la altura de Europa, que conlleva un salto cualitativo para hacer de España un estado más desarrollado (en su versión positiva) o resulta una propuesta inaceptable, porque relega a unos en beneficio de otros, siendo antisocial, regresiva y predemocrática (en caso desfavorable).

Resulta que, viviendo en la época del boom de la información, es, seguramente, la época de mayor desinformación. No sabemos nada de nada, aunque tenemos una postura ante los acontecimientos, ya que la “adjetivación” hace mella en nosotros. Pero, esta dinámica presenta otro problema. Cada una de las posturas aparece definida no sólo como adversaria, (algo normal) sino como postura intolerante, ante la que no cabe diálogo alguno. Cuando lo único que hay es una adjetivación descalificadota o halagadora, cuando no se ponen de manifiesto los puntos de acuerdo y de desacuerdo, y toda la propuesta es rechazada con tres ó cuatro adjetivos, la conclusión resultante es el rechazo o aceptación total de la propuesta, y la negación del diálogo.

Esto resulta más preocupante en temas sensibles como el nacionalismo, donde ya hay un clima previo de crispación. Esta técnica informativa (a la que los políticos se amoldan), no ayuda a disminuir la tensión, sino que la acentúa.

Para ejemplificar lo que te digo, te pregunto (a quien lo esté leyendo en este momento) ¿sabes qué propone el Plan Ibarretxe? Lo que has oído sobre el mismo ¿qué sensación te ha causado? ¿Cuál es tu postura ante el mismo –has pensado en el diálogo-?

Durante la transición, los medios de comunicación, sobre todo los escritos, sí fueron verdaderos medios informativos, y, por ello, procuraban publicar en su integridad los textos políticos más relevantes, aún en su estado embrionario (como ocurrió con la constitución). Sobre ellos vertían sus opiniones (no adjetivaciones), además el lector podía ir a contrastar la opinión con el documento original.

Claro, que aquello sí que era informar, y esto es más bien comerciar, y el adjetivo parece ser que vende más que el sustantivo.

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